Puebla, México. 

La cultura no está acotada en sí a un escenario o a una agenda de museos, la cultura como lo diría Taylor es “[…] aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre cuanto miembro de una sociedad”. Aquel pionero en la antropología cuyo concepto vio la luz en el siglo XIV, sigue siendo citado y su definición sigue esclareciendo dudas.

A través de los lentes antropológicos, la cultura, o más bien las culturas, no se pueden leer desde un plano jerárquico, es decir, no hay una por encima de la otra, solo hay pluralidad de formas. Sin embargo, esta lógica pocas o nulas veces sale de las academias y se aplica en las administraciones públicas. Hay quienes en los puestos administrativos no visualizan la cultura como un todo complejo y la limitan a agendas de oferta artística que están delimitadas por la hegemonía de lo cultural.

Hace unos días se presentó en la sala de regidores del municipio de Puebla el nuevo plan de trabajo de la comisión de turismo arte y cultura para 2019.  Los proyectos en meta tienen la mirada puesta en el centro histórico con la creación de un nuevo museo, así como en la conservación de los nombramientos de la UNESCO en el primer cuadro de la ciudad y la ejecución del festival Disign Week,

Dentro de una de las sesiones de cabildo hubo quienes miran a lo extranjero como algo que hay que alcanzar en materia de turismo y cultura. Sin embargo, el director del archivo histórico, Manuel Alejandro Hernández Maimone, señaló lo micro como punto de partida, pidió rescatar los espacios para las presentaciones de los artistas locales, así como hacer hincapié en los apoyos a los pequeños locales de comida de los diferentes municipios, pues ellos ejercen como puntos de encuentro y de regeneración del tejido social. Con un sentido descentrificador, añadió que los esfuerzos de la administración tienen que alcanzar a las juntas auxiliares, trabajando en conjunto con los habitantes.

A pesar de la congruencia en estas palabras, no faltó el comentario centrista, mismo que nos recuerda cuán grande puede ser el rechazo por la otredad. Fue la regidora Augusta Valentina Díaz, quien dijo “¿Y por qué no traemos a las personas de las juntas aquí? Porque, aunque parezca increíble, hay gente que ni siquiera conoce el centro […] nunca han salido de donde viven […]”.  En seguida agregó que hay que integrar a estas personas a la dinámica de la ciudad.

Este comentario es también un ejemplo del deseo por parte de los gobiernos de la homogenización de las ciudades, la necesidad de alcanzar un estándar como en las “ciudades globales”. Sin embargo, no hay un agente que se detenga a preguntarle a los locales, qué de su cultura (Taylor), quieren ver, celebrar y aprehender.

Hay que aplaudir que existe el esfuerzo por desaprender lo que se entiende por cultura, esa que se puede mamar únicamente en los centros artísticos y que es definida por unos cuantos. En este mismo plan se propone la creación de un consejo consultivo integrado por académicos, artistas y colectivos, que den pie a nuevas formas de ver el arte, la cultura y el turismo. También, se pretende fomentar el encuentro y diálogo entre las academias, instituciones gubernamentales y universidades.