Puebla, México.

En la conferencia magistral El sistema milpa, un modelo para el mundo, impartida por la Doctora en antropología, Laura Collin Harguindeguy (ENAH), especialista en la antropología política, se expuso cómo los conocimientos en lo rural tienen que rescatarse, pues esta lógica es de cooperatividad y sustentabilidad, lo que hace falta hoy en una sociedad que consume de manera irracional.

La lógica del campo relegada

“Las comunidades de pueblos originarios no son reconocidas como sujetos jurídicos ya que esto interviene con las leyes del capitalismo”, L.C.H.  

Durante la charla que tuvo lugar en el Colegio de Antropología Social (CAS), en el marco del IV Coloquio sobre el Campo y las Ruralidades, la académica indicó que la milpa es anticapitalista, porque opera bajo lógicas de reciprocidad, es decir, los elementos que habitan en ella, maíz, frijol, calabaza, quelites, huitlacoche y chile, trabajan en complementariedad para subsistir.  Algo que en las sociedades tradicionales llaman la “mano vuelta” e indicó que este mecanismo es necesario recuperar.

Al mismo tiempo dijo que la milpa es un reflejo de cómo opera la unidad familiar en las comunidades campesinas, a lo que Collins llama “unidad de reproducción social”, en donde la correspondencia está presente y el sujeto piensa en colectivo. Se retomó como ejemplo a los migrantes provenientes de la ruralidad quienes son más propensos a mandar remesas a sus familiares, a diferencia de aquellos que viene de las ciudades.

Durante su charla expresó que existe un rechazo a las lógicas del campo y zonas rurales, esto sobre todo por parte de los empíricos dedicados a la economía, que no pueden concebir un sistema en el que no se lucre ni se acumulen riquezas. En consecuencia, el sentido de colectividad es fuertemente criticado, a pesar de que:

 “La economía es la relación humano-naturaleza para satisfacer necesidades múltiples, mismas que van de lo simbólico a lo emocional y creativo […] y no únicamente las que sean materiales”, mencionó.  

El concepto de límite

La Doctora recupera el concepto de “límite” en la que se basa la lógica de producción campesina, vivir con lo que se necesita, al contrario del sistema neoliberal en donde se explotan los recursos para ganar dinero, lo cual genera inestabilidad. También, citó a agricultores, quienes han formado parte de sus trabajos de investigación diciendo:

“No queremos vivir mejor, porque otro viviría peor […] queremos vivir bien”.

Sin embargo, el “Buen vivir”, bajo la lupa de lo gubernamental, está centrado en lo redistributivo y no en los sustentable, además, los mismos aparatos del Estado se han encargado de señalar a las personas que trabajan en la agricultura como ignorantes y pobres. La antropóloga, a esto último, indicó que es todo lo contrario, los campesinos tienen un conocimiento elevado de agricultura, un conocimiento indispensable y que necesita las sociedades actuales. Lamentablemente trabajar en el campo es algo menospreciado socialmente, lo que afecta a la continuidad del trabajo en él, pues las nuevas generaciones ya no quieren dedicarse a ello.

 

El maíz resiliente

México tiene una gran variedad de maíz, aún así, empresas como MONSANTO (BAYER), han tratado de expandir el uso del maíz transgénico, lo que provocaría una falta de resiliencia en el maíz, ya que la existencia de variantes de este cultivo ayuda a su conservación, añadió Collin.

Agregó que esto no pasa en lo rural, pues dentro de la lógica de los colectivos la naturaleza es concebida como un ente viviente, “el don” (Marcel Mauss), es decir, un ser que se tiene que tratar con respeto porque está vivo, es sagrado y provee los recursos. Al ser vista de esta manera su existencia gana potencia y no se le intenta explotar, ni cambiar, más bien se convive con ella.

La charlas continuarán los días 13 y 14 de noviembre dentro de Ciudad Universitaria (Buap), para más información visitar el sitio del  IV Coloquio sobre el Campo y las Ruralidades.