Puebla, México.  

El trabajo en barro va más allá de lo artesanal para las comunidades indígenas, su significado es profundo y complejo, transtoca niveles sociales y de sustentabilidad que los que estamos mirando de lejos no hemos podido abstraer del todo.  En la exposición “Barro y Fuego. El arte de la alfarería en Oaxaca” no sólo se podrán observar piezas de alfareros que corren el riesgo de desaparecer, también se podrán ver de cerca las funcionalidades de los objetos, desde el diseño, pasando por lo comunitario y desbocando en un conocimiento de más de 4000 años que ha respetado el medio ambiente.

La exposición está constituida por alrededor de 130 piezas de barro, provenientes de 70 pueblos de Oaxaca y que conforman las tradiciones de 180 generaciones de alfareros. Fue la curiosidad de un grupo de personas interesados en las artes manuales la que logró que estas obras pudieran ser expuestas. Estas últimas son contemporáneas y muestran un mapeo de la alfarería en esa región del país. Eric Mindling realizó durante 20 años un trabajo de campo en las comunidades de la región en las que pudo convivir con las familias dedicadas a esta actividad y así poder comprender cómo están estructuradas las dinámicas al rededor del oficio.

Los objetos se muestran por medio de tres secciones, la primera está enfocada a la cocina, puesto que la mayoría de obras de barro están hechas para la elaboración de la comida, por ejemplo las jarras, cazuelas y comales, sin embargo en esta parte también se pueden apreciar las técnicas que se utilizan en la elaboración de las mismas, así como el colocado para su cocción.

La segunda sección  se trata de la comunidad (pueblo) y la manera en que se vive el oficio del alfarero como una realidad distinta a los ritmos de las ciudades, ellos trabajan una cierta cantidad de barro para su subsistencia. Al mismo tiempo, de acuerdo con Mindling, los alfareros ponen como prioridad su oficio desde la identidad, lo que da un equilibrio social.

“Viven con un equilibrio entre su trabajo de hacer las piezas que necesiten hacer y su trabajo de hacer un humano en una comunidad… cuando tu vida está en balance con lo que tienes que hacer te sientes bien… las comunidades tradicionales de Oaxaca son así, son ricos materialmente pero son ricos en conexión humana.” Aclaró.     

Durante 30 días los alfareros y alfareras de diversas poblaciones del sur  caminan por el ciclo de la elaboración de artefactos de barro, desde la recolección en los montes, la preparación de la mezcla, hasta el modelado y la venta de los mismos. Lo que lleva a la tercera sección, como una producción ecológica, el barro sale de la tierra y vuelve a la misma, se compone de materiales que se encuentran cerca de la comunidad. Los materiales son extraídos de manera controlada, pues la relación de los pobladores con el entorno no es de explotación ni acumulación, sino de convivencia.

A pesar de los factores a favor de la producción de barro el clasismo y la migración han mermado en la producción, puesto que las generaciones más jóvenes no quieren regresar a este oficio, ya sea por estigma o por  lo atractivo que resultan otras actividades.  Así lo señaló la alfarera Araceli Ramírez, quien se ha dedicado a esta labor desde niña y quien tiene la intensión en el futuro de recuperar el gusto de los niños por el oficio mediante la elaboración de talleres.

Es así como se muestra la nueva exposición del Museo Amparo que será inaugurada el 23 de Marzo a las 12 hrs en las Galerías 1 y 2 hasta el 24 de junio de 2019.